¿Se puede trasplantar el cerebro?

05/06/2023

¿Se puede trasplantar el cerebro?

Te invito a hacer un viaje al pasado. Volvamos a 1970. En marzo de este año, el prestigioso neurólogo Robert J. White se hizo cargo de una insólita operación. En un hospital de Cleveland (EE UU), White resolvió primero conectar la cabeza de un mono al otro cuerpo. La intervención duró 18 horas, y cuando el mono despertó, podía ver, oír, oler e incluso morder. La noticia causó sensación.

Podríamos decidir que este fue el primer brain shifter -o, mejor, cabeza- “exitoso”. White, que era profundamente creyente –no en vano era asesor de bioética médica de dos papas–, prefirió llamarlo “trasplante de cuerpo”. Estaba seguro de que el cerebro contenía el alma y que ésta podía ser transferida al nuevo receptor.

Su logro fue corto, ya que el mono felleció a los pocos días. Pero White continuó con su esfuerzo, realizando cien experimentos más. Y hasta el final de sus días fantaseó con repetir la hazaña en humanos. Llegó a incluir como candidato, un joven tetrapléjico que aspiraba a lograr un "mejor cuerpo". Su sueño nunca llegó a cumplirse.

White no fue el único en intentarlo, pero fue el más excitado. Suyo es el mérito de haber desarrollado numerosos procedimientos quirúrgicos que seguimos utilizando hoy en el día a día para salvar vidas. Pero su obra también fue objeto de crítica crítica: fue catalogado como un estandarte de la "cruda y cruel industria de la vivisección", la que posiblemente frustró su carrera en el Nobel.

Problemas de conexión con la médula

Para sopesar los increíbles avances de la ciencia, no todos hemos podido trasplantar el cerebro. El problema radica en una cuestión nada menor: nadie ha logrado conectar el nuevo órgano con la médula espinal del cuerpo receptor. Por supuesto, en los experimentos de White los monos quedaron paralizados de cuello para abajo. Esto explicaría por qué su candidato era tetrapléjico: en ese sentido, no tenía nada que perder.

Considerado por algunos como "el objeto más completo del universo", el cerebro tiene millones de conexiones que controlan todas las funciones de nuestro cuerpo. Y quiero conectar toda esta maraña con la precisión necesaria para recomponer los circuitos todo esto no es nuestro lugar.

Además, si pudiésemos trasplantarlo, ¿qué ocurriría con nuestros recuerdos, nuestras emociones y con todo aquello que hemos aprendido? Son preguntas en la banalidad absoluta ya que, y en esto estaremos todos de acuerdo, este órgano tiene la llave para acceder a nuestra identidad.

Neuronas de repuesto

Como, de momento, no es posible tener un trasplante de cerebro completo con éxito, podemos moderar nuestras expectativas y echarle una mano en su extraordinaria capacidad de remodelación. La resiliencia nos permite adaptarnos a circunstancias difíciles y superar la adversidad. Y de esto sabemos mucho nuestro protagonista, que se adapta continuamente a las condiciones del entorno. Y lo consigue modificando las conexiones entre sus neuronas: formando unas nuevas y eliminando otras.

Esta facultad se conoce como plasticidad y explica que podamos aprender a resolver una ecuación matemática, grabar el nombre de un buen vino o eliminar los registros que no nos sirven. También nos permite recuperarnos de una lesión cerebral en determinados casos.

Pero la plasticidad cerebral guarda una B querida. Puede enmascarar enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, que llevan años -o décadas- desapercibidas, mientras el cerebro se cansa para compensar los estragos que poco a poco van provocando.

Sabemos que las neuronas cambian sus conexiones, pero ¿se regeneran? La mayoría de nosotros responderá que, con el tiempo, hemos ido perdiendo estas células nerviosas y que no podemos reemplazarlas.

Sin embargo, y aunque sigue provocando debate, hemos descubierto que no esí. Nuestro cerebro contiene células madre que generan nuevas neuronas cada día. Este proceso se conoce como neurogénesis y su comprensión ha revolucionado la neurociencia.

Lamentablemente, esta capacidad persiste solo en regiones muy concretas del cerebro adulto. Una de estas áreas es el hipocampo, que participa en el aprendizaje y la memoria.

Pero tenemos buenas noticias. Se puede estimular la creación de nuevas neuronas. El ejercicio o alimentos ricos en antioxidantes, por ejemplo, favorecen este proceso de renovación. También sabemos que la obesidad, la inflamación o las enfermedades neurodegenerativas lo frenan.

Por tanto, activar la formación de neuronas para hacer que el cerebro se regenere si se ha convertido en una red apasionante para la ciencia.

Trasplante neuronal

Y es en este punto donde podemos retomar el viejo sueño del trasplante con posibilidades de éxito. La idea es simple: las neuronas mueren y las reemplazamos por otras. Quizás le sorprenda saber que llevamos décadas haciéndolo.

Si bien esta intervención ha resultado posible como posible tratamiento en distintas discapacidades neurológicas, paso a hablar de la que mejor conozco: el párkinson. Esta enfermedad es característica porque mueren las neuronas que producen dopamina. Su ausencia genera un caos en los circuitos cerebrales que de lugar a un problema, en todos los motores.

Para intentar reparar estos daños se han realizado neurotrasplantes que producen tan importante neurotransmisor. Y los resultados fueron excelentes en animales de laboratorio y en un buen número de pacientes, que vieron cómo mejoraban sus síntomas.

Pero son solo experimentos. Antes de dar el salto definitivo a la clínica, debemos resolver una serie de problemas. Necesitamos una fuente accesible de neuronas, ya que hasta ahora se obtenían de tejido fetal, con las limitaciones que eso supone. Si se necesitan miles de estas células para reponer todas las que han muerto en un paciente, y se piensa en millones en el número de afectados.

En este sentimiento, las células madre ofrecen, sin duda, grandes oportunidades. También debemos conseguir que las neuronas sobrevivan entre los implantes y, de momento, que conecten correctamente con las vecinas. ¡Imposible aburrirse con tanto por hacer!

Llegados aste punto, la capacidad de regeneracion cerebral quizas aun no haya cumplido sus expectativas. Pero él cree en la ciencia que, al igual que el cerebro, es un experto en resiliencia.

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