¿Por qué hay más casos de Alzheimer entre las mujeres?

02/07/2023

¿Por qué hay más casos de Alzheimer entre las mujeres?

Casos Han pasado 120 años desde que el médico alemán Alöis Alzheimer describiera por primera vez la enfermedad neurodegenerativa que hoy retoma su nombre. Todo comenzó un caso del caso con un paciente demente llamado Auguste Deter.

Los últimos datos sobre la enfermedad de Alzheimer (EA) apuntan a que no fue casualidad que Auguste fuera mujer: ahora sabemos que voy a volver a dos tercios de los afectados.

En concreto, un estudio realizado en 2017 mostró que en Europa un 3,31% de hombres con Alzheimer se enfrentaba al 7,13% de los europeos –más del doble–. Sin embargo, solo ha pasado un tiempo relativamente corto para que esta diferencia no haya tenido toda la importancia de los bienes.

Los cambios hormonales son importantes

El principal factor de riesgo de padecer EA es la edad. Entre la población general, es más común que las mujeres tengan 85 años o más. Por lo tanto, se decía que era más probable que la sufrieran simplemente para tener una mayor esperanza de vida.

Sin embargo, ahora sabemos que este hecho no explica la realidad clínica. Como ocurre con muchas otras enfermedades, la respuesta podría encontrarse tanto en las diferencias biológicas debidas al sexo como en las socioculturales (roles genéricos).

Desde un punto de vista biológico, los cambios hormonales típicos de la envoltura femenina están en el punto de vista de la investigación del Alzheimer en los últimos años. Entran en juego los estrógenos, hormonas esteroides producidas principalmente por los ovarios, pero también por las glándulas suprarrenales, el tejido adiposo y el cerebro.

Además de su papel en la reproducción, los strógenos deven en otras vías de señalización, algunas relacionadas con funciones cognitivas o con la neuroprotección. Así, son moléculas con acción antioxidante, reguladoras del metabolismo, de la respuesta inmune, de la neurogénesis y de la plasticidad sináptica, que son críticas en la inflamación cerebral.

En su mayor parte, el hipocampo presenta dos tipos de receptores de estrógenos. Y por la aleatoriedad de esta región cerebral, que está implicada en la memoria y el aprendizaje, se ve gravemente afectada en los enfermos de Alzheimer desde etapas tempranas.

Por tanto, es evidente que la pérdida de estrógenos (hipoestrogenismo) debido a la menopausia parece tener mucho que decidir. Así es que las mujeres a las que se les ha extirpado los ovarios hace menos de 50 años también tienen mayor riesgo de sufrir deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer.

Por lo tanto, desde hace varias décadas si se han estado realizando investigaciones para obtener terapia de reemplazo hormonal (por ejemplo, decidiendo tomar estrógenos en forma de medicación al inicio o durante la menopausia) podrían tener una función neuroprotectora.

También está trabajando para optimizar su aplicación: los datos sugieren que existe un intervalo de tiempo crítico de administración en el que este tratamiento podría ser más efectivo. Concretamente, podría ser más útil si se aplica en los estadios iniciales de la menopausia o ante casos de menopausia quirúrgica. Sin embargo, hay datos contradictorios, por lo que se necesitan más estudios para aclarar esta suposición.

La microbiota afecta la salud del cerebro

Por otro lado, en la última década se ha descubierto la importancia de los microorganismos que residen en el cuerpo humano (microbiota) y su relación con las hormonas y la salud cerebral.

En concreto, un subgrupo de estas bacterias, denominado estroboloma, participa activamente en la regulación de los niveles sistémicos de estrógenos. Por lo tanto, las terapias con probióticos también podrían tener efectos beneficiosos indirectos sobre el cerebro de las mujeres menopáusicas.

Por supuesto, la microbiota también presenta dimorfismo sexual, siendo diferente entre hombres y mujeres, lo que se conoce como microgeneroma. Estas variaciones producen diferentes grados de susceptibilidad en el momento de determinados pacientes patológicos.

El cerebro de las mujeres puede ser más vulnerable al estrés

El estrés es otro factor conocido en mi capacidad para desarrollar la enfermedad de Alzheimer, que parece afectar más a las mujeres que a los hombres. Un estudio reciente con modelos animales de esta enfermedad demostró que el cerebro de las extremidades es más vulnerable al impacto del estrés que los machos, aparentemente debido a un mayor aumento en la acumulación de la proteína beta-amiloide.

La incorporación de la mujer al mundo laboral, junto con las tareas del hogar, cuidados y los problemas de conciliación familiar, hacen que, en general, ellas acusen más estrés que los hombres. Y esto implica que las estrategias sociales vinculadas a la eliminación de las diferencias de género podrían ser muy positivas para reducir el riesgo de EA entre las mujeres.

Hasta 150 millones de pacientes

El Alzheimer es una de las principales pandemias del siglo XXI. Se prevé que haya más de 150 millones de pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa hasta el año 2050. En España hay ya más de 800.000 personas que padecen este tipo de demencia, y se estima que esta cifra ascenderá a 1,2 millones en las próximas décadas.

Desafortunadamente, por el momento no existe una cura o un tratamiento realmente efectivo contra esta enfermedad neurodegenerativa. Es posible que la persona que pasó por las diferencias por sexo y género haya contribuido de alguna manera a esta retractación.

Precisamente por ello, surgió el Women's Brain Project (WBP), una organización internacional sin ánimo de lucro con sede en Suiza, integrada por expertos en distintas disciplinas científicas. WBP nació de esta necesidad de analizar cuáles son las diferencias que dependen del sexo y el género en la salud y la enfermedad mental, para poder aplicar este conocimiento entre la medicina de precisión.

Lo que resulta más claro en cada caso es que el sexo es una variable de peso a la que, por desgracia, no se ha concedido a todos ellos el mero protagonismo, con el fin de dividir a la población mundial en dos subgrupos fisiológicamente bien diferenciados. Este punto podría explicar, al menos en parte, la incidencia a la hora de traducir datos preclínicos a investigaciones clínicas, no sólo para el Alzheimer, sino también para otras enfermedades.

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