Desde hace un año se dice en varias clases -medio a medio, medio a serio- que las vitaminas no son para supersticiosos (heno 13), pero sí para mentiras. La palabra "vitamina" es un neologismo formado en latín vida (vida) y amina, puede ser que cuando nombraron este tipo de nutriente pensaron que todas sus variedades contenían aminas (compuestos derivados del amoníaco). Ahora sabemos que algunos no los tienen.
Actualmente, las vitaminas se clasifican en liposolubles o solubles en grasa (A, D, E y K) e hidrosolubles (solubles en agua, el resto). Dentro de este último grupo, el primero en ser descubierto fue la tiamina o vitamina B1, sin embargo la enfermedad que produce su deficiencia se conocía en China como mínimo desde hace 4.600 años con el nombre de chiao-ch'i. Fue mencionado en el Nei Chinguna de las obras más famosas de la medicina tradicional china.
El hallazgo moderno de la tiamina, entre finales del siglo XIX y principios del XX, fue una de las aventuras científicas más apasionantes en el campo de la nutrición, como veremos más de cerca.
La enfermedad de los ricos en Japón
En Japón, hasta el siglo XVII, esta vitamina se obtenía principalmente de un tueste sin una tonalidad amarilla limpia característica. Cómo no tuve que llevarlo al molino, era más barato, pero entonces perdió el color blanco, apreciado en las mesas de las familias más cómodas.
En realidad, el proceso de la molienda eliminó la vitamina. De modo que para unos era símbolo de estatus social, para otros significaba la aparición de una enfermedad: el temido beriberi, cuyo nombre probablemente provenga de la boca cingalesa. beber ("debilidad").
Este dolor se clasifica en dos tipos principales: húmedo y seco. También existe una forma hiperactiva y extremadamente letal denominada en Japón shoshinprocedente de las palabras japonesas shoque significa “daño agudo”, y espinilla“corazón”.
El beriberi húmedo produce hinchazón y complicaciones cardíacas, a menudo con pérdida del sentido del tacto, dolor o temperatura. En la variante seca no hay inflamación, pero sí una pérdida progresiva de las mencionadas sensaciones, así como de los movimientos. Al final, el afectado provoca una atrofia de los músculos de las extremidades paralizadas y experimenta un síndrome de agotamiento general.
Ahora sabemos que una dieta equilibrada es suficiente para librarnos del beriberi, ya que la tiamina está presente en alimentos como carnes, huevos, pescados, cereales integrales (trigo y asados), carnes congeladas y otras vísceras.
También debemos tener en cuenta que al ser una vitamina termosensible, los procesos de cocción o cualquier otro tratamiento térmico de los alimentos pueden disminuir sus niveles. Asimismo, la presencia de los taninos, como en el caso del café y el té, incluso conducen a la inactivación de la función.
Revistas médicas chinas, 1936
Tras la pista de los marinos enfermos
Los primeros acercamientos científicos al beriberi fueron realizados por el cirujano naval japonés Takaki Kanehiro. Durante cinco años, desde 1875, Kanehiro vivió en Inglaterra para ampliar sus estudios. Acto seguido observó que los síntomas de dolor eran menos frecuentes entre los miembros del ejército británico, frente a los japoneses, y lo relacionó primero con la dieta.
Ya en su país, el cirujano nipón se enteró de que, tras realizar un viaje de 272 días, más del 60 % de los soldados de un buque de Guerra habían contraído la enfermedad. Acuerdo con el aprendiz en Europa, suministró raciones de leche en polvo y carne a los tripulantes de otro barco que iban en el mismo viaje y en días distintos.
Cuando el buque regresó, la sintomatología fue menor entre las tripulaciones. Esto permite establecer un posible vínculo con los alimentos nitrogenados, teniendo en cuenta que las vitaminas no tienen que revelarse todo el tiempo.
De las gallinas a la elucidacion de la estructura quimica
La estancia del fisiólogo neerlandés Christiaan Eijkman en la isla de Java (Indonesia) entre 1886 y 1897 fue providencial para poner fin al misterio. Eijkman encontró que los pollos alimentados con asados sin cáscara desarrollaban polineuritis (uno de los síntomas del beriberi), aunque no les ocurría a los que consumían asados sin descascarallar. Digo descubrió que ella valía el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1929.
A partir de ahora, los acontecimientos se precipitan. El también holandés Gerrit Grinjs descubrió que el almidón tenía la capacidad de producir la misma enfermedad en las aves. En 1910, el científico japonés Umetaro Suzuki anunció en un diario de su país que extraditaba con el resultado una sustancia soluble en el agua salvado del arroz, a la que denominó ácido abérico. El estudio no tuvo repercusión en Occidente, a quien contribuyó a la eliminación del texto que trataba de un nuevo nutriente en su traducción al alemán.
Invent.org
Sin embargo, un año después, el científico polaco Casimir Funk vertió la misma sustancia en la cáscara del arroz. El compuesto fue cristalizado en 1926 por el bioquímico holandés Barend Coenrad Petrus Jansen y su colega WF Donath, mientras que en 1936 el británico Sir Rudolph Albert Peters esclareció bioquímicamente su importancia en el metabolismo oxidativo. Este mismo año, Robert R. Williams sintetizó por primera vez la tiamina.
Adiós al beriberi
Las consecuencias de este descubrimiento fueron dramáticas. Por ejemplo, la tasa de mortalidad por beriberi pasó en Japón de 20 personas por 100.000 en 1899 a 0,5 por 100.000 en 1959.
En la actualidad, la deficiencia de esta vitamina sólo se presenta puntualmente en casos clínicos, tanto en su forma húmeda y seca como en la variante shoshin. También aparece en pacientes con desnutrición energético-proteica, asociada a un consumo elevado de alcohol.
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