Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad es una epidemia mundial. Además, se asocia a numerosas enfermedades como trastornos cardiovasculares, diabetes, hipertensión y algunos tipos de tumores. Nos enfrentamos, pues, a un gran problema de salud, especialmente en algunos grupos de población donde se observa un aumento alarmante, como es el caso de la obesidad infantil.
La buena noticia es que este dolor se puede prevenir. Nuestro estilo de vida, alimentación y grado de sedentarismo determinan en gran medida la probabilidad de que lo padezcas. Sin embargo, no todo es consecuencia de los factores ambientales: nuestros genes también influyen.
En las últimas décadas, grandes consorcios de investigadores internacionales han estudiado genéticamente a cientos de miles de individuos y han estimado que nuestros genes contribuyen en un 20% a la determinación del índice de masa corporal. Esta medida clínica se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la altura en metros.
Aunque han identificado un centenar de genes implicados en la obesidad, sólo conocen un 2,7% de los responsables de su desarrollo. Por lo tanto, se necesitan muchos estudios para poder explicar las interacciones completas entre nuestro ADN, los factores ambientales y la acumulación excesiva de grasa corporal.
La variación genética que predispone a la delicadeza
Recientemente, un estudio colaborativo entre el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados IMDEA Alimentación y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha identificado un nuevo gen que influye en la determinación del peso corporal.
En humanos, el 99,9% de los genes son idénticos, pero existen pequeñas variaciones que explican las diferencias entre unos y otros. Estas variaciones producen distintos colores de ojos, alturas o probabilidades de desarrollar enfermedades.
En el trabajo antes citado estudiamos casos de 800 individuos con información sobre su peso e índice de masa corporal. También conocemos tus proporciones de masa grasa y muscular, la cintura y los perímetros de cintura y otras características metabólicas. Se analizaron 48 variaciones en sus genes relacionados con la nutrición celular, mecanismo por el cual las células intercambian materia y energía con el medio.
Los resultados primero mostraron que una variación en el gen llamado FNIP2 era más frecuente en personas delgadas. FNIP2 se encuentra en el cromosoma 4 y codifica una proteína relacionada con la respuesta celular a los nutrientes; específicamente, la proteína que interactúa con la foliculina 2.
Los portadores de la variante genética tienen un índice de masa corporal más bajo, menos peso y una disminución de una serie de parámetros relacionados con la obesidad. La variación está presente en el 60% de la población europea y en el 30% de la africana, y el lugar del genoma desde el que se localiza se ha conservado fuera de la escala evolutiva. Este último comentario sobre su importancia, lo que implica que todos los mamíferos lo tienen.
Ratones transgénicos con menos grasa corporal
Posteriormente, creamos ratas modificadas genéticamente. Introduciendo la variante en su genoma, observamos que estos animales acumulan entre un 10% y un 15% menos de grasa. Hay que destacar que no hay otra alteración, problema o diferencia.
El resultado es muy impactante, por lo que un cambio puntual en el genoma del ratón es suficiente para replicar la observación en la población humana.
Cuando los investigadores analizaron los posibles mecanismos subyacentes, nos dimos cuenta de que los niveles de expresión de FNIP2 estaban elevados en los individuos más exigentes. La presencia de la variante propicia, a su vez, que este gen se expresa más. Esto puede llevar a tener un papel muy relevante en el futuro, porque es susceptible de ser utilizado en intervenciones nutricionales precisas.
Alimentos dietéticos para mejorar la salud.
Cambiar nuestros genes, las letras que conforman nuestro ADN, es complicado. Sin embargo, la expresión de un género puede modificarse mediante una dieta, suplemento nutricional o medicamento específico. Esto abre la puerta a la implementación de estrategias nutricionales para luchar contra la obesidad.
La nutrición de precisión es una disciplina quirúrgica que parte de la ejecución del genoma humano. Se ha popularizado con el desarrollo de las tecnologías omicaslos que analizan genes, proteínas o el metabolismo a gran escala.
Implica que las recomendaciones nutricionales sean personalizadas y se basen en las características individuales, tanto genéticas como de estilo de vida. El objetivo final es optimizar la salud y la calidad de vida de la población.
Este descubrimiento no solo supone un importante avance en la comprensión de los componentes genéticos de la obesidad. Además, puede tener importantes implicaciones tanto en el tratamiento como en la prevención del exceso de grasa corporal y otras alteraciones metabólicas mediante el desarrollo y aplicación de una nutrición de precisión.
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